Ðïâñâ, Sanz & el resto: Humano

Ðïâñâ, Sanz & el resto

Sunday, November 27, 2005

Humano

No sé como pasa esto, no se si hay destino, no sé muchas cosas, miento, no sé nada, soy simplemente un pobre humano, que cree saber todo, que se cree grande siendo tan pequeño, he dañado y me han dañado, más lo segundo que lo primero, fisicamente adulto, psicológicamente niño, más perturbado que un loco, de corazón frío, con más fracasos que glorias, y más glorias que fracasos, después de todo como saber si un fracaso no es eso, si no solo un paso para llegar a la gloria, en este inmenso mundo donde uno se puede perder, donde no eres nadie para muchos, pero puedes ser todo para otros, esta vida es un juego, que debo reconocer me gusta, y mucho, con un poco de suerte me mantengo en ella por algún tiempo más, no lo sé, ¿quién lo sabrá?, dicen que las manos lo saben, pero las manos no hablan, ni a ti, ni a mí, ni a ellos, llegan y se van con nuestro secreto.
No cuento cuentos, ni historías, ya no sueño, solo me dejo llevar, como si fuera un tronco en el mar, padecía de una terrible enfermedad, pretendí ser servicial, amigable, amable, pero en este mundo eso ya no funciona, creen que quieres algo a cambio, o peor aún creen merecer eso y más, ya aprendí, me curé, ahora ni las gracias doy, ya no me lastima nada, ahora quien lastima soy yo, me converti en lo que soy, un Humano, eso y nada más, cuando quize ser amistad me pagaron tan mal, ahora soy solo un Humano más, y la verdad no me enorgullece, yo quería ser algo más, pero cuando los niños crecen, olvidan sus sueños, o los hacen olvidar, los ahogan en el óceano del egoismo, la vanidad y la maldad, aún tengo leves recuerdos, se confunden entre las sombras que llegan con la luz y la oscuridad, vaya dualidad; en ocasiones quisiera volver atrás, para el tiempo y quedarme ahí, cuando era niña, cuando todo lo que quería era volar, tocar las nubes y el aire puro respirar, que tiempos aquellos.
Dicen que la naturaleza es sabia, pero creo que al hacer crecer a los niños se equivocó, porque crecen y se vuelven dmeonios hambrientos de poder, de dinero, ambiciosos, maliciosos, aplastando todo lo que se interpone para alcanzar lo que desean, sí, eso es el humano un demonio que busca guerras, que crea armas, no conoce limites en su maldad, y vas aceptando eso, lo empiezas a ver tan normal, ya nada sorprende, hijos matando padres, padres matando hijos, cuestión de humanos diría yo, no quiero ser humano y realmente no sé como dar marcha atrás.
Pobres, ricos, hombre, mujer, negros, blancos, quién invento la discriminación, se que soy democrata, pero en ocasiones desearía ser socialista, se que soy mujer, pero en ocasiones maldigo no ser hombre, por el terrible machismo, odio todo esto, pero sobre todo odio ser humano, voltea, mirame y dime que no soy Humano, que vine de las estrellas, que no soy de acá, llamame extranjero ante la humanidad, ayudame a calmar este sentimiento de ira hacia los demás, pero sobre todo por favor dime que no soy Humano más...

Diana
Villahermosa, Tabasco, 28/08/2005

1 Comments:

  • At 10:42 AM, Blogger Indigente Iletrado said…

    Mira.

    La verdad es necesariamente existencial, y la existencia representa un horizonte de comprensión que alcanza su anchura con intermitencias, por medio de reconocimientos –anagnórisis–, de click’s ontológicos que nos transfiguran y no tienen nada que ver con regalos divinos. Son descubrimientos existenciales que penetran la sustancia confiada que somos habitualmente y nos mueven hacia la rebeldía. Estas anagnórisis sólo se dan violentamente. El movimiento real empieza cuando las epifanías del sentido desmantelan la paz endeble que nos sostiene y desnudan el oculto hundimiento que somos y que sólo puede ser paliado recuperando la agresividad, la tensión a la que nos lanzan nuestras decepciones, lo demás, el escándalo, la crítica, las condenas o los premios, llega por ensalmo. Dice uno de los hombres más decepcionados del siglo xx, Ciorán: "¿De qué sirve reberlarse para encontrar de inmediato el universo intacto?" No es que nos lo propongamos, sino que una inteligencia irremediable acerca de las cosas nos da a escoger entre el conformismo y la sedición. No siempre se desea cambiar el universo, pero es mejor ser sedicioso que indistinto. Aborrecemos la neutralidad no porque nos ofenda sino porque nos pretendemos sujetos valiosos, por lo menos en el pequeño mundillo donde proclamamos nuestras convicciones. Así damos los primeros pasos hacia la verdad. Muchos no van más allá, se conforman con sus ocasionales intemperancias, con la gloria neurótica que pueden sobrellevar. Muy pocos asumen este pathos agresivo como una actitud sostenida, bien porque los espanta el frenesí que se abre como un hartazgo, bien porque carecen de imaginación para verbalizar sus osadías.

    Sí, eres un humano. Y no está mal.

     

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